martes, 13 de septiembre de 2011

San Joy







Al parecer no hay ningún santo que se llame así. Por lo tanto, estamos ante uno de esos nombres de los que se desconoce su procedencia. San Joy era una pequeña aldea en las estribaciones de la Sierra de La Pila, que se despobló tras la guerra civil y que ahora, cuando nos acercamos a los pies del pico del Caramucel, nos la encontramos totalmente abandonada a su suerte.
Antaño, esta aldea, debió acoger a un grupo relativamente importante de familias, ya que, según he leído, incluso llegó a tener su propia escuela. Dicen, también, que a sus fiestas, que se celebraban en una era, acudía gente de pueblos cercanos a bailar y pasarlo bien.
Mi primer encuentro con esta aldea fue hace más de veinte años. Por aquella época, los soñadores del desaparecido Grupo Ecologista Acción Verde, realizábamos repoblaciones forestales populares por diferentes lugares de la Región de Murcia. Me enamoró su ubicación y vislumbre, en aquella aldea y aquellos parajes dominados por el bosque mediterráneo, una enorme potencialidad para desarrollar un proyecto de rehabilitación ecoturística, que dotara, nuevamente, de vida a aquella aldea, tan recóndita, de las sierras interiores de Murcia.
Ese sueño, inconcluso, sigue ahí. Afortunadamente siguen en pie sus envejecidas casas y sus terrazas de bancales con muros de mampostería. De su pequeño manantial, continúa manando agua. Quizás, ese humilde manantial se resiste a secarse con la intención de volver a atraer, con sus aguas, a nuevos habitantes que inunden de vida a sus maravillosos parajes, o atraigan a algún otro loco que, como yo, vea en San Joy una oportunidad de fusionar desarrollo económico y recuperación del medio rural.
Merecería la pena intentarlo.

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