viernes, 26 de octubre de 2012

Maldito sea Dostoievski


No tengo muy clara la razón por la que casi siempre me gustan más los escritores que reciben el Goncourt que los que se trincan el Cervantes. Nunca había leído a un afgano y bendita la hora en la que se me ocurrió hacerlo.
Los afganos viven el siglo XXI anclados en la Edad Media, de eso ya nos llegan, de vez en cuando, noticias a occidente, casi siempre marcadas por la violencia de la guerra y de unas leyes religiosas que no tienen problema alguno en lapidar, amputar, ahorcar, o dar cincuenta latigazos en la plaza del pueblo. Y de las mujeres y los burkas mejor ni hablar.
A toro pasado a nosotros nos suena algo extraño y salvaje que los religiosos impartan la justicia y el tormento, cuando la Santa Inquisición, por estos lares, no jugaba un papel muy distinto a esto. Lo bueno -en nuestro caso- es que la Iglesia ya no nos puede juzgar, ni torturar, ni quemar en la hoguera, tan sólo nos puede criticar desde sus pulpitos -con muy escasa audiencia, por cierto- y ponernos tibios en sus medios de comunicación.
Las religiones son tan peligrosas como las banderas.
Pero, perdónenme mis queridos y escasos lectores, los que tuvimos la desgracia de que nos llevaran a un colegio de curas pagamos nuestros traumas de por vida y, de algún modo, nos tenemos que desahogar. Qué necesidad tenía un niño de nueve o diez años de realizarse las siguientes preguntas: ¿Por qué los curas hacen todo lo contrario de lo que dice la Biblia? ¿Por qué Jesucristo era tan bueno y estos cabrones son tan malos? Como niño inocente que era, no entendía absolutamente nada. Pero me desengañaba.
¡Vaya que sí me desengañé!
Maldito sea Dostoievski, del escritor Atiq Rahimi y editado por Siruela, es un libro inquietante y reflexivo que sabe trasladar, entre sus páginas, la esencia del pensamiento oriental y la cruda realidad de un país eternamente en guerra. En su relato, el amor convive entre obuses, y lo absurdo se contrapone con una visión contemporánea y crítica de su protagonista hacia una sociedad a la que rechaza tanto como ama.
El libro merece la pena y es fácil de leer.

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