viernes, 6 de febrero de 2015

El mar de la nada


La huida hacia la cultura es el único camino hacia la libertad. Su largo recorrido no debe asustarnos. Ni tampoco su tortuosa cartografía. La dificultad siempre la debemos entender como un reto, como una oportunidad para superarnos, o como una obligación para continuar siendo nosotros mismos.
El ruido que nos rodea, los condicionantes estéticos, los modismos, y la hegemonía de la anticultura deben ser para nosotros acicates, como una pared de piedra a un alpinista. 
La actualidad nos exige perseverancia y nos bombardea con bombas de racimo de confusión. El día a día nos asedia normalizando el bestialismo consumista. Lo arroja contra nosotros mediante programas basura de televisión y parlanchines descerebrados a los que hasta reconocemos seudotítulos nobiliarios.
Y entre tanto, nuestros hijos crecen alimentándose de ese caldo de cultivo contaminado. Y muchos de nosotros, agotados y confundidos, sucumbimos ante el ímpetu y la fuerza de los ataques de nuestro grandioso enemigo. 
La falsa vida se impone con demasiada frecuencia a la vida real que, convertida en arqueología, dormita en museos que nadie visita, libros que nadie lee, comida que nadie come, y cantos de sirena que nadie escucha.
La cultura nada a contracorriente. Y los incultos chapotean gustosamente en el mar de la nada, conscientes y orgullosos de su ignorancia. 
Idiotas pero a la moda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario