jueves, 26 de marzo de 2015

Todo comienza en Asturias


Mientras conduzco, como abriendo la cremallera de la vieja España de arriba a abajo, el cielo me va obsequiando con copos de nieve, gotas de lluvia, o piedras de granizo, con la clara intención de llevarle la contraria a la recién estrenada primavera, dar de qué hablar en los informativos, y mearnos a todos. En pleno éxtasis de transgresión territorial, ahora Asturias, ahora Castilla y León, ahora Madrid, ahora Castilla La Mancha, pienso en el estado y la durabilidad de mi usada batería. No, no estoy pensando en la batería de mi teléfono, ni en la de mi ordenador, ni en la del cochazo que me pone la empresa para que viaje bien a gusto, y con seguridad, por esos caminos tortuosos y confusos que conducen a mis objetivos. A la batería a la que hago referencia es al marcapasos que me vino de serie entre pecho y espalda. Mi usado corazoncito, como el de todos ustedes, como dice nuestro genuino e irrepetible compañero Don Javier Peñalosa, tiene límites, como la provincia de Albacete...
Y esos límites y esas capacidades son las que debo ir auditando, dosificando, administrando, mimando, para no desaprovechar ni uno solo de sus generosos zambombazos.
Mi diástole y mi sístole, en el silencio y la soledad de las planicies castellanas, ejercen de diapasón sobre mi laboriosa existencia. Su presencia, casi imperceptible, como todo lo que verdaderamente importa en esta vida, marca la cadencia de mis ideas, de mis esfuerzos y de mis irrenunciables anhelos.
La batería, por consiguiente, la llevo entre algodones ante la inminencia de mi segunda paternidad, veinte años después de la primera. Una paternidad postrera, e increíblemente emocionante, que va a exigir de mí, en este tramo final de mi vida productiva, mucha más afinación y mucha más sabiduría.
El reto que tengo por delante es el más grande de los regalos que la vida me ha podido conceder porque no hay mayor regalo, ni mayor tesoro, mi mayor premio, que un hijo. Soy un emocionante y emotivo emocionado. Un corazón a la intemperie que ha descubierto que otro pequeño planeta gravita en su órbita y se le anda acercando hasta confluir en una explosión de emociones.
Mientras conduzco de regreso del Principado de Asturias, con abundancia de horas entre gris asfalto y gris cielo, pienso en cosas luminosas. Y pienso que mi batería regresa bien recargada por la ilusiones de Eloy, Roberto, Laura, Juan Rodrigo, Antonio Ginés, y la de todos aquellos clientes a los que hemos visitado para anunciarles la buena nueva de que su vida tiene un futuro. Otro futuro distinto al desalentador, amargo, y gris ceniza, que ellos vaticinaban. Un nuevo futuro de trabajo en compañía, con nuevas ideas, con nuevos planteamientos, y con más y mejores expectativas.
Cientos de kilómetros gastando ruedas, como pueden comprobar, dan mucho que pensar.
Afortunadamente, la vida comienza a cada paso, o tras cada viaje, y, aunque, algún día, nuestra débil humanidad haga que lo veamos todo de color gris, ella se empeña, al día siguiente, en ofrecernos, incansablemente, su luz cegadora a modo de mano tendida, o de sonrisa, o de sorpresa, o de amistad, o de oportunidad, o te regala el dulce sonido del llanto de un niño, o, al menos, como en mi caso, la foto en blanco y negro de su ecografía.

2 comentarios:

  1. la vida entera es un gigantesco marca pasos que nos lleva a un ritmo cada cierto tiempo inesperado........................................o no?

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  2. En cada viaje te llenas de energía..

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