sábado, 8 de agosto de 2015

240.000 caracteres


El escritor Carlos del Amor me ha enseñado que toda novela que se precie al menos debería contar con 240.000 caracteres. Raudo como el rayo de una tormenta de verano, o como un apretón intestinal, he abierto el documento en el que guardo, como oro en paño, la novela que tengo en ciernes, y he comprobado que tan sólo llevo acumulados 190.000 caracteres. ¡Vaya mierda!
Más allá de deprimirme, como un quinceañero al que su novia le hubiese abandonado por otro de veintidós años y jugador de baloncesto, me he puesto manos a la obra, nunca mejor dicho.
En Atalaia, cerquita de Lourinhá, en la nostálgica Portugal, rodeado de huertos de calabazas que me han recordado a mis notas de E.G.B, he repasado todo lo escrito durante los últimos veranos. Mi novela nace desde mi ociosidad y mi recogimiento. Aquí, mientras mi esposa engorda a buen ritmo, mi novela crece y crece acompasándose a su embarazo. Pretendo que Ana María, mi futura hija, nazca con una novela bajo el brazo y, para eso, debo darme prisa. 
Cualquier proyecto tiene que tener unos plazos y mi novela se había convertido en una especie de quiste por no tenerlos.
Mientras se estira la piel de su barriga, acumulo caracteres. Entre paseos, baños, y bacalaos al horno, escribo de amor, y de luchas, y de anhelos. A ratos, para airear mi materia gris, leo a Kundera, y me doy cuenta de lo imprudente que soy al intentar escribir una novela sin haber aprobado ni tan siquiera la primaria.
Los ignorantes somos gente muy atrevida. A mí, tras haber parido más de ochocientos relatos mal escritos, me ha dado por lanzarme, por fin, a la conquista de una novela. Menudos retos tengo todavía por delante. Volver a ser padre veinte años después, cuando mi hija Yolanda ya vive su vida cada vez alejada de mi, sin haber estado nunca lo suficientemente cerca, y ahora me pongo de nuevo a criar. Menudo reto, nunca aprendí a escribir y ahora me enfrento al vertiginoso mundo de la novela. Realmente nunca sabré absolutamente de nada, pero siempre me atrevo con todo. 
Así que discúlpenme si escribo menos en este blog, cosa que intentaré que no suceda, pero es que ando incubando demasiados proyectos y estos no son, como comprenderán, pecata minuta. 

2 comentarios:

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  2. No es moco de pavo a todo lo que te quieres enfrentar ahora
    Saludos

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