lunes, 25 de abril de 2016

Trinos primaverales


Los pájaros se levantan temprano. Justo cuando las primeras luces del alba comienzan a clarear. Yo, para no ser menos que esos plumíferos estereofónicos, me levanto con ellos. 
Es primavera. Lo sé porque lo han dicho El Corte Inglés, Fábricas de Francia, y Galerías Lafayette. Los cantos de los pájaros, pese a su vibrante musicalidad, tienen mucho de biología. Andan como locos por emparejarse, por hacer sus nidos, por poner sus huevos, por ganar las elecciones, por alimentar a sus vástagos a base de ricos gusanos, o de jugosas subvenciones, o del trinque puro y duro. Todos excepto el cuco, que tan sólo pretende dejar su huevo en un nido cualquiera. Le da igual que sea de gorrión, que de mirlo, o de tórtola, pero que se lo críen. Él lo coloca, y ahí te quedas mundo amargo. Y luego pasa lo que pasa: el pollo del cuco sale del huevo, tiene el doble de tamaño que sus hermanastros -ya lo hacen ellos con vista-, los arroja uno a uno del nido, y se erige como dueño y señor ante la atónita mirada de sus padres adoptivos, a los que, en muchos casos, dobla en tamaño.
En la naturaleza, como ven, también hay parásitos y corruptos como en la política. Los políticos, por si no los conocen, son unos vertebrados que campan a sus anchas en la jungla del dinero y el poder. El Politicus Corruptus, según unos últimos estudios que así lo acreditan, es una subespecie surgida del cruce entre un banquero casposo y un ladrón sin pedigree. Los hay carroñeros, de mal agüero, cazadores, bobos, trepadores, cantores, nocturnos, alevosos, chupadores y también los hay buenos. Buenos, que de tan buenos, no se enteran de nada y van a trabajar, vestidos de domingo, con anteojeras, y tapones en los oídos, por ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas, gobiernos centrales, y se han notificados bastantes avistamientos por Bruselas y Estrasburgo.
Dicen que el pez grande se come al chico. Igual que ocurre con los pájaros. Algunos animales van más allá: la hembra se come al macho después de la cópula, los padres se comen a sus propios hijos... La cuestión es: como decía Quévedo: ande yo caliente y ríase la gente.
¿Y a santo de qué les contaba yo todo esto? ¡Ah!...por lo de los pájaros. ¡Cómo cantan los pájaros! ¡Qué hermosura!
Discúlmenme, mis impagables lectores: La primavera la sangre altera. Y yo, como ven, estoy que trino.

6 comentarios:

  1. Si si hay pajaros y pajarracos...
    Parasitos y de los que andan a dos patas asquerosos que solo roban impunemente y no hay insectida para semejante plaga...
    Besitos

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    1. Son como las cucarachas, Inma, cuando crees que has acabado con ellas, vuelven a aparecer como si nunca se hubieran marchado. Saludos.

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  2. A veces escuchar los mismos pájaros día tras día puede ser agobiante, por tanto yo intento buscar nuevos espacios dónde escuchar nuevos trinos, para volver a disfrutar de la naturaleza, que bien mirada es bonita.
    Un abrazo

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    1. La naturaleza nos entrega generosamente su autenticidad, y nosotros, como siempre, a cambio le entregamos nuestro egoísmo.

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  3. Como dice Inma Luna, hay pajarracos...

    Pero el canto de los dulces pajaritos es bonito.

    La frase de Que vedo siempre me gustó.

    Un abrazo

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    1. He puesto en mi puerta un espantapájaros...A ver si me ayuda. Saludos

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