sábado, 20 de octubre de 2012

Lluvia


Cuando llueve me resulta más fácil escribir. La inspiración fluye por mis dedos a la misma velocidad que el agua, que cae del cielo, se pierde por lúgubres desagües. Mis venas, sin poder evitarlo, se conectan a esa precipitación divina y misteriosa de agua que da vida por pura generosidad. Hoy llueve a un ritmo pausado y elegante. Las gotas, al caer, dibujan en el suelo ondas expansivas cuya tenue vibración, al parecer, sólo percibimos unos cuantos elegidos. Y cuando esto sucede, los dedos se convierten en atletas olímpicos y se lanzan sobre la superficie infecta del teclado a componer mensajes en clave, que, en ocasiones, inclusive el propietario de esas falanges es incapaz de interpretar con la debida solvencia.
La mágica conexión perdura durante la llovizna, como un orgasmo, como un éxtasis o como una levitación. Sensaciones de difícil descripción, donde se conjuga lo divino con lo humano. Ese místico hilo conductor que une cielo y tierra es la lluvia.
Pero la lluvia es más que romanticismo porque es vida y, en la vida, todo no es de color de rosa. La lluvia, como nuestra propia existencia, es dulce y amarga; ofrece vida a borbotones o la arrebata de cuajo sin ningún remordimiento.
Hoy, por fortuna, el agua cae despacio, tranquila, predecible y sin violencia. Inspiradora y no ejecutora. Benefactora y no castigadora. Solemne y no terrible.
Cuando llueve, no soy yo quien escribe. Quizás, la conexión con el más allá, entrega mis débiles manos a escritores que, olvidados por el tiempo, ansían escribir como una forma desconocida de resucitar mientras cae la lluvia. 
Fruto de esa ansiedad, hoy nacen estos párrafos de difícil comprensión y muy dudosa calidad. Alguien ha pretendido hablar a través de mí, y yo, con toda seguridad, no habré sabido trasmitir su soledad.

1 comentario:

  1. Ya hacia muchos meses, que no regalabas a quienes consideramos un don, tu enorme capacidad para escribir; algo tan lleno de sensibilidad ,algo tan conectado con el alma y con el corazón gracias, Jose por hacer ver las cosas sencillas con un tinte maravilloso de vida.

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